Navidad
Elena Arrieta Yarza
La Navidad da a estas fechas de diciembre, querámoslo o no, un aire diferente en el que todos estamos inmersos. Esa frescura en tiempos en los que la incertidumbre política y social son tan palpables hace que surjan chispas y sonrisas entre nosotros.
En Herrera tenemos la suerte de contar con personas como Ana González propietaria con su marido Koldo Orobengoa, del Autoservicio Bidebieta 1 en Gaiztarro. Su tienda se adorna con unas figuras navideñas hechas a mano de diferentes tamaños y colocados en un rincón y en otro, y ello hace que cuando entramos para hacer nuestra compra nos sorprende la tranquilidad de una amona, con el gato a sus pies, que teje una prenda mientras nos mira por encima de sus gafas.
Un Olentzero con su pequeño rebaño entre la fruta.
De entre todo ello, se debe resaltar nuestro reconocimiento por ese trabajo añadido al cotidiano, porque estas cosas ayudan a transformar por unos días a un barrio como el nuestro, acostumbrado a no recibir ningún gesto de complicidad del ayuntamiento. Es más fácil participar en el adorno navideño de un núcleo bien tratado, que es visitado por el turismo y que cualquier cosa provoca la atención de la prensa, que esta labor continua en un barrio de extrarradio sin ayudas ni parabienes de las instituciones.
Desde hace varios años, Koldo y Ana participan junto con vecinos del entorno y preparan un belén en un extremo de la plazoleta del Paseo de los Olmos, en el paso que nos une con Gomistegi y Trintxerpe. Estos días alguien ha considerado conveniente romper la pequeña puerta y llevarse al Niño Jesús. Una gracia sin sentido de quien no sabe cómo encontrar su sitio en la sociedad.
Menos mal que la respuesta de urgencia ha tranquilizado a los niños y niñas, desconcertados porque no comprendían qué había pasado.