80 años de anexión: Antonio Silva
Vamos a dedicar la entrada de hoy, 6 de abril, 80 aniversario de la anexión, a una de las figuras que la protagonizaron, el alcalde Antonio Silva de Herrera, un personaje que surgió de la sombra para volver a ella después de haber prestado su personal servicio al “engrandecimiento de los municipios.” Las siguientes líneas las vamos a dedicar a los aspectos biográficos e ideológicos, dejando para más adelante los referidos a la gestión municipal y de la anexión.
El padrón municipal de Altza de los años 1932 y 1936 nos aportan los primeros datos biográficos de Silva. Nacido en la localidad sevillana de Villanueva el 1 de abril de 1896, vino a vivir a Altza en 1929, junto con su esposa Elvira Rodríguez González, nacida en 1880 en Ausejo (La Rioja). La pareja vivía con el hermano de ella, Alberto, nacido en el mismo pueblo que Elvira en 1874, soltero. Alberto construyó en 1928 Villa Sevilla, situada en el camino de Julimasene, domicilio de Silva mientras vivió en Altza.
En cuanto a la dedicación profesional registrada en el padrón, Alberto Rodríguez declara que es “comisionista” y “empleado”, Elvira “sus labores” y Antonio Silva “cesante”; entendemos que desempleado. Esta situación de desempleo registrada en los padrones de 1932 y 1936, se habría producido al menos desde 1930, año en el que se publica en la Gaceta de Madrid (actual Boletín Oficial del Estado) el pleito de “Antonio Silva de Herrera, sin ocupación alguna, contra la entidad comercial ‘Electro Luz, S.A.’, domiciliados en San Sebastián, sobre reclamación de salarios.”
No hay noticias sobre su actividad política a lo largo del periodo republicano y la Guerra Civil, hasta que aparece como alcalde-presidente del Ayuntamiento en la sesión extraordinaria del Ayuntamiento de la Villa de Altza el 31 de octubre de 1938, nombrado directamente por el ministro del interior franquista. El contexto político de ese momento y el reportaje fotográfico del acto de anexión, sin embargo, nos pueden dar algunas pistas al respecto.
Empezando por la fotografía del hachazo, nos vamos a fijar en el detalle de la condecoración que luce Silva en el uniforme que lleva puesto. Por la forma, la medalla podría tratarse de la de Voluntarios de Navarra, lo que nos indicaría que pudo unirse a los tercios requetés en Navarra o que, nada más estos llegaron a Altza, se sumó a ellos, al menos en la primera parte de la guerra. Aunque en general el carlismo se suele identificar con Euskal Herria, Cataluña y algunas otras comarcas concretas, como el Maestrazgo, hay que constatar la importante implantación histórica del carlismo en Andalucía, donde se formaron siete Tercios de Requetés durante la Guerra Civil. La ferviente filiación carlista de Silva, por otro lado, quedó recogida en el acta de la última sesión municipal de Altza, cuando aprovechó la ocasión para incluir una encendida moción dedicada a Zumalacárregui y San Ignacio, y para quienes pedía la colocación de sendas esculturas en Altza.
Sin embargo, el uniforme que viste Silva en la foto no es carlista sino el del Movimiento, una combinación de uniforme militar, camisa azul falangista y boina roja carlista. La sublevación contra la República fue llevada a cabo por un conjunto de fuerzas políticas reaccionarias de muy diferente signo y trayectoria, principalmente monárquicos, tradicionalistas y falangistas. Antes de cumplir el primer año de guerra, en abril de 1937, Franco publicó el Decreto de Unificación, por el que todos los partidos quedarían agrupados en uno solo, FET y de las JONS. Esta decisión, acatada a regañadientes por los carlistas, dio pie a numerosos incidentes graves y agresiones entre partidarios de las distintas corrientes, así como a un gran baile de puestos y cargos en la administración. En general, los cargos de jefe provincial de Movimiento, Presidencia de la Diputación y alcaldías fueron ocupados por los carlistas, que contaban con una mayor implantación en Gipuzkoa.
Un reflejo de todo eso es la imagen del acto de Intxaurrondo en la que el alcalde de Altza hace entrega de la makila a Elías Querejeta, presidente de la Diputación (1939-1941) y jefe provincial del Movimiento, delante de Antonio Paguaga, alcalde de San Sebastián (1937-1941). El gobernador civil que debía presidir el acto, el militar golpista Gerardo Caballero, se abstuvo de acudir al acto delegando sus atribuciones en Querejeta, con el que tenía un abierto enfrentamiento.
El brillo del que hicieron gala los carlistas Silva, Querejeta y Paguaga en el acto de anexión de 1940, se apagó, sin embargo, rápidamente. Los enfrentamientos entre falangistas y franquistas que se produjeron con el Decreto de Unificación continuaron. Los carlistas, muy disgustados con el trato de provincia traidora dado a Gipuzkoa por el régimen y la no concesión del Concierto Económico, fueron apartados de los órganos de decisión. Tras la anexión, Silva desaparece, y, en 1941, Paguaga es sustituido por el monárquico Lataillade, y Querejeta destinado como gobernador civil a Murcia, donde será recordado por su política represiva.
Mientras Paguaga continuará medrando políticamente en Madrid, Querejeta y Silva seguirán otros caminos volviendo coincidir en 1945, en un acto celebrado en circunstancias totalmente adversas para ellos. Ambos serán identificados y detenidos por la policía en San Sebastián, junto con otros manifestantes, tras unos incidentes de protesta protagonizados por los carlistas en la plaza del Castillo de Pamplona el 3 de diciembre de 1945.
Con ese episodio se apaga toda señal de actividad política pública de Antonio Silva. A partir de ahí solo nos encontramos con dos datos que nos llevan a seguir su pista en Madrid. En 1956, el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid publica un anuncio del Colegio Oficial de Agentes Comerciales de Madrid y su provincia en el que hace saber a los colegiados incluidos en una larga lista, en la que se encuentra Antonio Silva de Herrera, que su carnet profesional será anulado si no abonan los doce cuotas mensuales pendientes, pasando a ser considerada su actuación como “clandestina”.
Y todo parece indicar que su vida se vio abocada a la clandestinidad. La última noticia que tenemos suya es una publicada en el diario ABC de Madrid, el 29 de octubre de 1961, donde se informa que “Antonio Silva de Herrera, de sesenta y cinco años, ha sido detenido por inspectores de Policía de un coche-patrulla, cuando en un domicilio de la calle O’Donnell intentaba obtener cantidades de dinero con el pretexto de que eran para supuestas comunidades religiosas. Este individuo se ha dedicado ya anteriormente a ejercer esta ilícita actividad.”
2020, 7 de Mayo
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