Ilusión por participar I. Las mujeres
Las expectativas de cambio y de progreso creadas con el final de la etapa dictatorial y la llegada de la República en 1931, avivaron entre amplios sectores de la sociedad altzatarra un renovado interés por participar en actividades políticas, festivas, deportivas, etc., una ilusión por participar que se puede descubrir leyendo las crónicas del momento y observando la vida municipal.
Más concretamente, vamos a fijar nuestra atención en tres ámbitos de la vida social y política altzatarra: En primer lugar nos acercaremos con esta entrada a conocer un poco más de cerca el papel activo que las mujeres tomaron durante el periodo republicano; y, en otras dos entradas posteriores, echaremos un vistazo a la actividad de las organizaciones políticas y a las iniciativas promovidas por los diferentes tipos de sociedades o colectivos vecinales.
La llegada de la II República puso en marcha un cambio profundo del papel de la mujer en la sociedad, abriendoles las puertas a la participación con voz porpia y en igualdad.
Así lo debieron entender las lavanderas de Herrera, cuando el 20 de junio de 1931, a los dos meses de quedar constituido el Ayuntamiento electo, registraron con su nombre y apellido un escrito pidiendo la construcción de un retrete dentro del mismo lavadero. El respaldo de las veinte firmas fue suficiente para que la petición fuera tramitada, aprobada y ejecutada en el corto plazo de dos meses.
El reconocimiento del derecho de las mujeres a participar en la vida política en igualdad vino con la aprobación de la Constitución republicana el 9 de diciembre de 1931. Con ese motivo, el Centro Republicano de Altza publicaba el 29 de ese mes una declaración en el diario republicano La Voz de Guipúzcoa, con el título “La República en Alza. A la mujer“, por la que invitaba a “todas las mujeres a que se inscriban en sus listas de socios -sin cuota- hasta tanto ellas mismas se organicen en sección“. Las mujeres tuvieron que esperar hasta la celebración del referendun sobre el Estatuto Vasco el 5 de noviembre de 1933 para poder ejercer el derecho al voto, 14 días antes que la celebración de las elecciones generales en España.
También de esas fechas (El Día. 1931-12-18) son las primeras noticias de la reorganización de Emakume Abertzale Batza en Altza, organización femenina del PNV que había estado prohibida durante la dictadura. A los nueve meses hicieron su primera asamblea y para entonces contaban con más de cien socias (”100′etik gora bildubak omen dira“. El Día, 1932-09-25). Conocemos por la prensa los nombres de las mujeres que conformaron la Junta Directiva en enero de 1934: “Lendakari: Asurmeni’tar Josebe. Lendakari ordezkoa: Sansinenea’tar Josebe. Idazkari: Fernández’tar Miren. Idazkari ordezkoa: Maritxalar’tar Josebe. Diruzai: Eneterreaga’tar Erramona. Batzarkideak: Agirrezabalaga’tar Imanole, Egaña’tar Koldobike, Berra’tar Nikole, Alkiza’tar Nikole, Guruzeaga’tar Bingene eta Sarasola’tar Mikele.”
Un episodio más en el camino por conquistar la igualdad fue protagonizado por cinco mujeres altzatarras, María Ganuza, Juanita Santamarina, Ascensión Olmedo, Pilar Martínez y Manuela Arozamena, cuando, encuadradas en las filas de la CNT de Trintxerpe, partieron en los inicios de la guerra al frente de Pikoketa (Oiartzun) a frenar con las armas el avance de los sublevados. Desconocemos qué destino tuvieron esas mujeres, pero su ilusión por alcanzar la igualdad fue frenada por las autoridades republicanas, que desmovilizó oficialmente del frente a las mujeres en marzo de 1937, destinándolas a servicios sanitarios y asistenciales. Al final, la victoria franquista dará la puntilla definitiva a los avances logrados por aquellas mujeres en el terreno de la igualdad.