Desidia en el camino de la Ermita
Iñigo Landa
Al cortar un camino se trastorna seriamente los movimientos de las personas que lo necesitan. Y si esto es siempre grave, es aún mayor si el responsable es una institución pública como el ayuntamiento. Hablamos de Ermita bidea. Trazado sobre el camino viejo que unía Donostia con Errenteria, actualmente es una vía imprescindible para los peatones que se desplazan entre la zona alta de Altza y Herrera. La edificación de una nueva torre sobre la cantera ha invadido el camino y lo ha cortado, dejando a la vista el desinterés más absoluto de los planificadores por el espacio que habitamos y la improvisación a la hora de resolver los problemas que ha provocado.
El camino de la Ermita, a pesar de su pendiente, sus pobres materiales de construcción y deficiente mantenimiento, era, -sí, hay que hablar ya en pasado-, la única vía peatonal, directa, sin escaleras que utilizábamos diariamente peatones de toda edad y condición, acompañados de menores, con sillas, con carros de la compra, bicicletas… Su futuro se parece más a una pista de obstáculos que, como no seamos capaces de hacer valer nuestras necesidades, estará llena de sorpresas que iremos descubriendo y sufriendo según vayan pasando el tiempo. Estamos en 2016 y planifican como hace cuarenta años. Se ve que el ayuntamiento donostiarra es un gran amante de las tradiciones arraigadas en esta ciudad, la tamborrada, la gastronomía…, y entre las que hay que incluir, para nuestra desgracia, la desidia en todo lo que respecta a temas altzatarras.