Residencias de Mayores
Osteguna Auzo Elkartea
Estamos haciendo frente a una situación insólita, no sólo por el virus sino por las decisiones que se han adoptado y a las que todo el mundo nos hemos sometido con obediencia ciega.
Este retiro obligado nos pone frente a situaciones duras que no teníamos en cuenta pero que estaban ahí. Una de las más vergonzosas es comprobar cómo nos portamos como sociedad, como grupo, con las personas mayores, vulnerables y dependientes, cuando nos vemos obligados a ingresarlos en una residencia.
Hemos entrado en la situación que ahora vivimos con los precedentes de reivindicaciones laborales de colectivos trabajadores de residencias, ante la indiferencia de las instituciones competentes y, por qué no decirlo, también de la sociedad en general. El hecho es que esta situación y las medidas que se están tomando ahora han sacado a la superficie estas carencias.
Con el objetivo de protegerlos, las personas usuarias de estas residencias han sido aisladas y las que han recibido una gran carga adicional de trabajo son las auxiliares y limpiadoras, además del riesgo personal frente al coronavirus.
Hay algo aquí que chirría y las instituciones tienen que saber que se ha acabado el tiempo del postureo y del quedar bien, hablando de lo bien que lo hacen, y lo orgullosos que se sienten. La Diputación Foral, los ayuntamientos de Gipuzkoa y Osakidetza tendrán que revisar y actualizar sus protocolos (ratios de personal, material, pagos, etc.) sin olvidarnos de la gran responsabilidad, si no legal sí ética y leal, del Gobierno Vasco. Tendrán que intervenir en las residencias privadas y en las públicas de gestión privada y tener en cuenta que una residencia no es un hospital y que tanto el uno como la otra están obligados a un comportamiento ético, eficiente y profesional de acuerdo a su competencia. Lo que no se puede admitir es que las personas bajo el amparo de instituciones públicas mueran de esta forma que estamos viendo, sin diagnóstico en muchos casos, aislados de la familia. No es así como nos gustaría morir y menos en una sociedad que presume de lo contrario y que está inmersa en impulsar a las personas mayores en envejecimientos saludables.
La duda, la incertidumbre y la inquietud están haciendo mella en familiares y amigos ante el fallecimiento de una persona indefensa, aislada, sin apoyo familiar. Es una sensación terrible difícil de gestionar.
En el Distrito Este tenemos varias residencias y convendrá utilizar esta vía para que se nos facilite información. Confiamos en que de esta situación salga algo bueno y nada mejor que el compromiso de las instituciones de presentar un informe exacto, minucioso y real de lo que está pasando y de sus propuestas de futuro, para que esto no vuelva a pasar.
OSTEGUNA/Larratxo (ALTZA)
2020, 19 de Abril
Ados nago esaten duenarekin eta gertatutakoa ikusita aldaketak egin beharko dira.