«aiuntados en el campo
de Estibaus segun que lo havemos de uso de costumbre de nos juntar...» (Altza, 1390)

La Voz de Guipúzcoa, 1907-12-25

Iñigo Landa Ijurko

Leemos en una crónica de La Voz de Guipúzcoa publicada el día de Navidad de 1907 que, en la noche del 23, cuando la joven Dominica Irigoyen regresaba a su casa en Amara Viejo por la calle Larramendi, oyó lo que parecía ser el llanto de un niño. Se acercó, y entre un montón de piedras encontró una “preciosa y robusta niña“, que estaba “envuelta en lujosos pañales“.

La primera reacción de Dominica, “una joven de la clase humilde“, madre de un niño de pocos meses, fue darle pecho a la pequeña. A continuación, acompañada de un hermano casado, barrendero municipal, con quien vivía, se dirigió a la inspección de policía a dar cuenta del hecho. Mientras la policía y el juzgado iniciaban las formalidades, Dominica se hizo cargo del cuidado de la niña, al menos, durante aquellos primeros días navideños.

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Fernando Conde es un aficionado al boxeo que a partir de la curiosidad que tuvo por la vida de un tío abuelo, campeón de España de boxeo en los años 30, descubrió una época social y políticamente difícil y, al mismo tiempo, se entusiasmo con la cantidad de boxeadores españoles que tuvieron importancia a nivel internacional y que quedaron en el olvido tras la ruptura que supuso la Guerra Civil. Así, a lo largo de veinte años, ha ido recuperando las vidas de los que destacaron en esa época dorada del boxeo y publicando sus biografías en el blog Boxeo 1930’s.

Uno de esos boxeadores es Julián Echeverría Irigoyen, Fillo Echeverría, el hijo menor de Dominica y Modesto, nacido en el caserío Berra de Altza el 28 de junio de 1912, y fallecido en Miami el 31 de diciembre de 1997. Para Fernando, Fillo Echeverría fue un boxeador completo, tanto técnicamente como físicamente, valiente y sobre todo un “caballero”, dentro y fuera del ring, llegando a ser uno de los grandes púgiles a nivel internacional.

En una fecha anterior a 1928, la familia de Julián pasó a vivir en el paseo Duque de Mandas, en Egia. Con 16 años, cuenta Fillo, “Yo era un muchacho físicamente endeble. Casi un fideo“, y motivado por las celebraciones multitudinarias de los éxitos de Uzcudun, se inscribió en un gimnasio que había cerca de su casa para practicar; y pronto empezó a boxear y destacar.

Sus cualidades pugilísticas pronto llamarán la atención de los entendidos. El periodista deportivo cubano y mánager de boxeadores, Manuel Braña, le conocerá y le propondrá partir a la aventura americana. El joven Julián aceptará y desembarcará en La Habana el 29 de agosto de 1930. En los inicios, su físico será el hazmerreir de los aficionados, pero las sucesivas victorias del “fillo de Braña“, –de “hijo”, en asturiano-gallego–, le llevará con el tiempo a convertirse en una de las glorias de la historia del boxeo cubano.

Pero antes, el fallecimiento de su madre Dominica a mediados de 1932 le llevará a decidir regresar a casa, lo que hará acompañado por su mánager y equipo.

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Dominica Irigoyen Zabala nació en Oiartzun el 11 de junio de 1884. Hija de Juana y José Francisco, era la menor de cuatro hermanos. Dominica quedó huérfana de madre al año y medio de nacer, y cuatro días más tarde también perderá a su padre. El hermano mayor, Vicente, solo contaba con siete años.

En 1907, cuando auxilia a la criatura abandonada, es una joven de veintitrés años. Por la crónica de prensa sabemos que es madre de un niño recién nacido y que vive en la calle Amara con un hermano, seguramente Vicente, el único de los hermanos que hemos encontrado más tarde censado en Donostia, concretamente en la calle San Blas, en Sagües.

Cinco meses después de aquel suceso, el 23 de mayo de 1908, Dominica contrajo matrimonio con Modesto Echeverría Iturain en la iglesia del Buen Pastor. Modesto, altzatarra nacido el 12 de febrero de 1878, aparece en el padrón de 1901 viviendo con su padre viudo y tres de sus diez hermanos en Berra, todos ellos dedicados al caserío. Dominica y Modesto tendrán tres hijos, Rosario, Tomás y Julián, quien tomará el nombre del hermano gemelo de su padre.

Como ya hemos visto al hablar de Julián/Fillo, en 1928 la familia Echeverría Irigoyen vivía en un piso en Duque de Mandas. Por el censo electoral de 1934, sabemos que en el domicilio familiar ya solo vivían Modesto, de oficio carretero, Rosario, y José Irigoyen Zabala, mecánico, el hijo de Dominica anterior al matrimonio con Modesto y que compartió los cuidados de su madre con la niña auxiliada por ella en la calle. Para esas fechas, Tomás y Julián ya habían salido de casa, y Dominica había fallecido. La muerte le sobrevino en mayo o junio de 1932 y, según la memoria familiar, fue causada por una intoxicación producida tras comer unas ostras en mal estado.

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Guada, una altzatarra nieta de Tomás, buscando información sobre su familia por medio de Internet, se encontró con la extensa y detallada biografía de su tío abuelo Fillo Echeverría en el blog de Fernando Conde. Entre la gran cantidad de datos recopilados, se encuentra el artículo de Javier Sada publicado en El Diario Vasco, “Angulas a 3 pesetas el kilo“, en el que, entre las efemérides, recuerda al hecho protagonizado por su bisabuela, Dominica, en aquellas navidades de 1907.

Más allá del interés que tiene para la historia familiar, el gesto de Dominica de ayudar a vivir a aquella niña anónima es de los que dejan huella, una profunda y duradera huella.