Del Centauro a Gazte-Leku: la Asociación de Cabezas de Familia (3)
Antxon Alfaro
Sede de la Asociación de Cabezas de Familia en las fiestas de Roteta (1968)
El año 1964, la dictadura franquista, tras varios años de fuertes discusiones entre los diferentes sectores del régimen, incluida la jerarquía de la Iglesia Católica, aprueba el proyecto de ley que regulaba la constitución de las Asociaciones de Cabezas de Familia. [1]
Un año después, en el verano de 1965, se constituye legalmente la Asociación de Cabezas de Familia del Distrito de Alza. Su primer presidente fue José María Fernández Zurdo, quien unos años más tarde sería concejal en el Ayuntamiento de Donostia. Posteriormente, algunos de los presidentes fueron: Félix Iranzo Expósito, Antonio Moreno Fernández, Felipe Martín Rodríguez…
De las 8 asociaciones constituidas en Gipuzkoa a comienzos de 1967, la de Altza era la que mayor número de socios tenía, 750 socios. La sede social estaba en un bajo del bloque 4 de Roteta, el local que ocupa hoy en día la Sociedad Gurea. Algunos de los objetivos de la asociación eran, como recoge Julio Santos en su libro [2], el ayudar a familias necesitadas, gestionar con las autoridades mejoras para el barrio u organizar actividades para la juventud.
Con este último objetivo, se creó dentro de la asociación una sección juvenil para jóvenes mayores de 16 años con la intención de atraer a la juventud del barrio [2]. Una de las primeras cuadrillas que se acercó era la de los jóvenes de Santa Bárbara que estaban con los jesuitas en el local del bloque A (Antonio Dávila, José Ignacio Goñi, Moisés de la Fuente, Andrés Bernués, Antonio Gutierro…). Según recuerda José Ignacio Goñi, estos inicios no fueron fáciles, ya que costó atraer a la gente.
Fiesta de San Sebastián en la Asociación de Cabezas de Familia (1968)
Los jóvenes, señala Antonio Dávila, disfrutaban de un tercio del local de la Asociación de Cabezas de Familia. En los primeros años, en este espacio se realizaban actividades para niños y jóvenes: proyecciones de películas, charlas, juegos. Los biombos correderos que separaban el local se quitaban cuando se hacían actividades generales.
Antonio Gutierro recuerda que fue el primer presidente del centro juvenil. En las siguientes elecciones Antonio Gutierro se volvió a presentar, pero Julio Santos también se presentó. La votación la ganó Julio Santos. Antonio Gutierro se llevó una gran sorpresa ya que Julio no solía andar mucho por el local. Sin embargo, Julio, que ya en aquella época mantenía una militancia organizada en los Luises Obreros, estructuró a su alrededor un grupo de jóvenes con los que consiguió ganar la votación. La presidencia de Julio no duró mucho ya que al poco tiempo la abandonó para centrarse sobre todo en las actividades de Vanguardia Obrera [2]. Tras Julio, el siguiente presidente del Centauro fue José Ignacio Goñi.
El primer nombre que valoraron poner al centro juvenil, recuerda Antonio Gutierro, fue el de SAGUDAGO, de Santos, Gutierro, Dávila, Goñi; pero el nombre no se aprobó y se decidió poner el de CENTAURO.
Joaquín Íñigo “Txolo”, recuerda que un día aparecieron por el local de Roteta miembros del Frente de Juventudes. Les ofrecieron la posibilidad de organizar un club deportivo, así como equipar el local con mesa de billar, futbolín, mesas de ping-pong, televisión… O, si preferían, podían acudir al local que tenían en Buenavista. A pesar de la excelente oferta acordaron que no querían saber nada con ellos. Continuaron en el local manteniendo su relación con los jesuitas, porque estos les aseguraban una mayor autonomía y libertad de acción.
Equipo de fútbol del Centauro (1967)
En el verano de 1967, destinan al padre Javier Oleaga a la nueva parroquia de San Pablo. [3] Desde su llegada empieza a trabajar con los jóvenes. Como nos contaba este jesuita, con el paso del tiempo surgieron fricciones entre el centro juvenil y los responsables de Cabezas de Familia, que querían controlar cada vez más la sección juvenil. Además de por los estilos personales, esta pugna refleja también la existente en aquella época entre los sectores más progresistas de la Iglesia Católica y las estructuras del Régimen Franquista, de las que formaban parte también las Asociaciones de Cabezas de Familia. [1]
Esa situación provocó una reunión, el 6 de noviembre de 1967, entre la Asociación de Cabezas de Familia, los representantes del Centauro y Javier Oleaga. En ella, se llegó al acuerdo de dividir con un tabique el local de la asociación para obtener la plena autonomía del centro juvenil. Los gastos correspondientes, 97.300 pts., se acordó pagarlos a razón de 2.500 pts. mensuales durante 2 años. [3] En este nuevo local empezaron a entrar también las chicas.
En el Centauro, José Luis Goñi comenta que no se realizaban muchas actividades. Se organizaban algunas charlas, algunos partidos de futbol entre cuadrillas o incluso hubo un equipo playero. También colaboraban en las fiestas de Roteta, organizadas por la Peña “Serranito”. Pero la más significativa y curiosa fue la formación de un equipo de rugby.
Referencias:
[1] COBO PULIDO, Pedro (2001): “Las asociaciones de cabezas de familia como cauce de representación: un fallido intento de apertura del régimen franquista“. En: Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, 14, pp. 437-488.
[2] SANTOS, Julio (2012): El viaje (Memorias). Vitoria-Gasteiz: AA Ediciones.
[3] OLEAGA, Javier (2007): “Diario de la parroquia de San Pablo“. En: Altza Hautsa Kenduz IX. Altza: Altzako Historia Mintegia, pp. 185-201.