Sobre Tomasene
Durante los últimos meses los responsables directos del estado actual del caserío Tomasene (aquellos que por omisión dejaron que se cayera su cubierta y se deformara su soporte) andan con Tomasene por aquí, Tomasene por allá. Los datos que una y otra vez sacan a relucir sobre su antigüedad no han sido contrastados, ni se ha profundizado en su historia y su valoración tipológica, de forma que su futuro uso se viera acompañado de un estudio de su evolución histórica y de su análisis arquitectónico.
Lejos de intentar suplir un trabajo de estas características (que llevaría semanas), desde estas líneas queremos presentar los pocos datos referentes a este caserío.
Su primera mención data de 1.566, fecha en la que aparece como su propietario Joanes de Roncesvalles, personaje ligado a la cercana casa-solar de Casares. En años posteriores su titularidad estará vinculada a otra conocida familia altzatarra: los Arzak.
Para su valoración tipológica, nos vamos a servir de 3 fichas catalográficas sobre Tomasene, en la que se apunta que se trata de un edificio de planta rectangular y cubierta a dos aguas, con el caballete perpendicular a la fachada principal. Estos dos elementos, hoy destruidos. Se continúa describiendo el material empleado para su construcción (mampostería, deficientemente enlucida por el abandono, quedando el sillar para los esquinales y la mayor parte de los cercos). Se cita la presencia del entramado de madera como elemento significativo, hoy seriamente tocado. En la planta baja destacan las ventanas que flanquean el amplio acceso adintelado, todo decorado en sillar en sus esquinas. El muro que rodeaba la propiedad, tan típico en las construcciones rurales vascas, corre serio peligro de desaparición en la actualidad.
Uno de los grandes valores del caserío Tomasene es que cuenta con elementos pertenecientes a la primera generación de caseríos renacentistas de piedra (siglo XVI), como por ejemplo la ventana ajimezada, aunque la mayor parte de la construcción actual parece responder a las tipologías de los caseríos de la segunda mitad del XVI y primera del XVII, de la que parece ser andamos tan sobrados.
Los redactores de este informe realizado en 1989, a modo de profecía, apuntaban que se temían su pronta desaparición. Por cierto, expertos en patrimonio, recomendaban dejar a la vista el ladrillo para que resaltara en una posible rehabilitación. A los interesados en el tema, rogaríamos que contrastaran con el proyecto de reforma presentado.