Por el alumbramiento de un nuevo Tomasene
Behin eta berriro gogora ekarri izan dugu Tomasene baserriaren balioa. Abuztuko euriteek kalte handiak egin dizkiote, erabat galtzeko zorian utziz. Baina, esaera zaharrak dioen moduan, “gaitz asko, onerako”. Udal arduradunek esan dutenez, kulturarako izango da Tomasene. Gure ustez, kultur ekipamendua bihurtzeak, baserria zaintzeko ez ezik gure komunitatearen memoria gordetzeko eta ezagutarazteko gunea ere bilakatu beharko litzateke.
Uno de los hechos más significativos en las últimas fechas para la comunidad altzatarra, ha sido sin duda el derrumbamiento de la cubierta y de parte del entramado de sujeción del caserío Tomasene. Su especial valor arquitectónico ha sido tan reivindicado como escasa la respuesta de las instituciones pertinentes para su salvaguarda y conservación. Preguntado el alcalde donostiarra sobre una posible solución, como bien municipal que es (recordar la reciente adquisición del edificio por el ayuntamiento), en aras a evitar su más que seguro total derrumbe, su contestación fue la de adjudicarle un futuro uso como equipamiento cultural. Esta parecía ser la respuesta más plausible, teniendo en cuenta la escasez de equipamientos culturales en Altza, la cercanía al saturado Casares, y porque no, como asociación mental cuasi-automática que se realiza entre un edificio con valor histórico-artístico y su ulterior uso cultural.
Pues bien, no cabe duda de que Tomasene debe ser destinado a complementar, enriquecer y también socializar la oferta cultural que se desarrolla desde Casares. Y ello, si se nos permite la reflexión, porque como objeto histórico que es, el caserío Tomasene nos hace recordar que lo que somos en cada momento (lo que somos en la actualidad por tanto) es el resultado completo de lo que “hemos sido”, determinando de esta manera que su dimensión social (es decir, nuestra asunción de Tomasene como un bien inherente a la comunidad altzatarra) se haga explícita convirtiéndose en memoria colectiva. Es más, para que esta memoria sea tal, sea un bien social y comunitario, ha de ser pública, ha de ser objeto de una proyección socializadora. Se debe convertir en algo comunicado y en elemento de comunicación, en un elemento de la cultura y para la cultura. Pensamos que su conversión en equipamiento cultural puede suponer una magnífica oportunidad para su conservación, pero también para hacer partícipe a la ciudadanía del valor en sí de una parte de los elementos de la historia local (que conformarían lo tangible de nuestra identidad altzatarra), si se ensayan fórmulas de comunicación culturales destinadas a la pedagogía comunitaria pensadas para tal fin.