Del Centauro a Gazte-Leku: los jesuitas (2)
Antxon Alfaro
A comienzo de los años 60, el padre Ignacio Larrañaga que vivía en la residencia de los jesuitas en la calle Garibay de San Sebastián, comienza una labor “humano-espiritual” [1] con las familias de las nuevas barriadas de Santa Barbara y Roteta. Con él colaboraba un grupo de jóvenes donostiarras de las Congregaciones Marianas, entre las que se encontraban Lola Valverde, Matxun Lilly, María Unceta o Juan José Lizuain “Juantxi”.
Mientras el padre Larrañaga se encargaba de los aspectos más espirituales con las familias, ese grupo de jóvenes realizaban actividades de ocio dirigidas a los y las chavalas del barrio. Los jueves por la tarde, que no había escuela, los llevaban a la Tenencia de Alcaldía de Altza donde solían pintar, hacer dibujos, jugar, manualidades… También hacían excursiones por los alrededores.
Para aquellas jóvenes donostiarras que vivían en el centro de la ciudad acercarse a aquella realidad de marginalidad con falta de equipamientos básicos, varias familias en la misma vivienda, calles llenas de barro… fue algo “tremendo”. “Lo que veíamos era desolador”, señala Lola Valverde. Uno de los primeros objetivos que se marcaron fue abrir una especie de escuela-guardería para que muchas madres pudiesen acudir a trabajar mientras sus hijos o hijas estaban recogidos. Es lo que se conoció como la “escuela de los cagones” que estaba situada en un bajo del bloque D de Santa Bárbara. De ella se encargaba una religiosa-seglar. El obispo Lorenzo Bereciartua vino a inaugurarla.
Grupo de niños y niñas de la escuela-guardería de Santa Barbara (1964)
El domingo de Pascua de 1963, en un coche conducido por Ramón de Zavala, vizconde del Cerro de Las Palmas, llegan a Santa Barbara unos jóvenes que se encontraban estudiando en los seminarios de los jesuitas. Eran Luis Mari de Zavala y Miguel Sagües. Venían acompañados por Lola Valverde, conocedora ya de la realidad en la que se encontraba el barrio. El objetivo de su visita era buscar un local donde instalarse en el verano para formar una comunidad de “curas obreros”, siguiendo el modelo que el padre Armentia había puesto en marcha en Bizkaia. Ven el local de la carbonería situada en el bloque A de Santa Barbara (actualmente Bar La Palmera) y deciden transformarlo en vivienda. Hablan con Nicolasa Pindado que vivía en el mismo bloque para que se encargase de las comidas y de las labores básicas de mantenimiento.
Entrada a Santa Barbara con la carbonería a la izquierda (1962)
En el verano de 1963, hecha a andar esta comunidad de jesuitas, cuyo motor había sido el padre Ignacio Larrañaga, con los escolares Luis Mª de Zavala “Sabino” y Miguel Sagüés “Miguelón”, junto con el hermano Miguel Zubizarreta “Tzubi”. En su concepción de “curas obreros”, los tres se ponen a trabajar en fábricas de Pasaia. Miguel Zubizarreta en la fábrica Victorio Luzuriaga, Luis Mª de Zavala en Bianchi y Miguel Sagüés en Astilleros Luzuriaga. Al tiempo, para continuar con su proceso de formación Luis Mª de Zavala y Miguel Sagüés dejaron Altza. Pero Miguel Zubizarreta, al que se le unió Javier Berriatua, continuó con su labor en Altza.
Miguel Zubizarreta con la familia López Pindado (1965)
Durante estos primeros años de la década de los 60 también pasaron por la comunidad de Altza otros estudiantes en seminarios de los jesuitas como Carlos Caballero, José Luis Sansinenea o Fermín Aristegi. Este último, vecino altzatarra, trabajó en Luzuriaga, y posteriormente fue dirigente de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) falleciendo muy joven en un accidente de tráfico.
Una parte del trabajo que desarrollaron estos jesuitas en las barriadas de Santa Barbara y Roteta estaba dirigida a ofrecer alternativas de ocio tanto a las y los más pequeños como a las y los numerosos jóvenes que no tenían un espacio donde poder jugar y relacionarse al abrigo del barro y las inclemencias del tiempo.
En la vivienda, los jesuitas acondicionaron un espacio para que las cuadrillas de chavales del barrio jugasen y no estuviesen en la calle. En aquella época, dadas las condiciones en las que estaba el barrio, solo poder reunirse alrededor de una actividad en un local ya era todo un logro, señala José Ignacio Goñi. Se juntaban para charlar, jugar con juegos de mesa, en el billar, tocar la guitarra o ver la televisión, sobre todo los partidos de fútbol. En la mayoría de las casas no había televisión. Solo en algunos bares empezaron a poner televisiones en blanco y negro.
Además, organizaban charlas, daban clases o hacían salidas al monte. Las charlas eran de todo tipo como la que les ofreció “Pela” Arzak, jugador de la Real, como recuerda Timoteo Pérez. Aunque también intentaban ofrecer formación de cara a la vida e información de lo que estaba haciendo el régimen de Franco. Antonio Dávila señala que solían venir personas del PCE, que les hablaban de Radio Pirenaica y luego la escuchaban en casa con mucho cuidado por la noche en la cama.
Excursión de jóvenes de Santa Barbara y Roteta con los jesuitas (1964)
La religión que impregnaba toda actividad social en aquella época tenía también su presencia, pero intentando romper los estrictos moldes de la iglesia católica del franquismo. Solían celebrar algunas misas en ese espacio, pero con una estructura y contenidos diferentes a los que planteaba la iglesia católica oficial.
Hacia 1966, se produce una reorganización en la comunidad de los jesuitas en Altza al aumentar el número de sus miembros. Al piso del bloque A vienen a vivir más personas y el local para jóvenes deja de funcionar. Otros se realojan en diferentes bloques de Santa Bárbara. Además, con la apertura del local de la Asociación de Cabezas de Familia, se crea una Sección Juvenil, dedicando una parte del local a actividades para las y los jóvenes del barrio. Serán los comienzos del Centauro.
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Referencias:
[1] OLEAGA, Javier: “Diario de la parroquia de San Pablo“. En: Altza Hautsa Kenduz IX. Altza: Altzako Historia Mintegia (2007), pp. 185-201.
2024, 6 de Junio
Un artículo muy bien planteado, en la recuperación de la memoria de Altza. Y aparecen jóvenes que han sido protagonistas en la cultura vasca,como Lola Valverde,luego historiadora, Miguel Miguel Sagüés,qye dirigió Donostia Kultura, Sabino Zavala, promotor cultural y que tiene un archivó histórico interesantísimo. Todos ellos, o jesuitas o estudiantes en Jesuitas.