Molinillo de café
Javier Cantera
Esta curiosa máquina, tan doméstica, ha pasado de ser un objeto de uso casi diario, a ser un artículo de decoración. Pero en su época era imprescindible: molía café, que mezclado con achicoria (y también sin mezclar) servía para preparar aquella deliciosa bebida, compañera de desayunos y cenas: el “café de puchero”. A este café se le añadía la leche cocida en casa, con gruesa nata, y unos trozos de pan, unas “sopas”, que constituían un delicioso desayuno o postre antes de irse a la cama.
Pero vino la tecnología y los mulineses eléctricos, con su aspa metálica y su motorcillo, y relegaron a nuestra ilustre máquina al cuarto de los trastos. Con el nuevo ingenio, en un santiamén, y con apretar un botón, ¡zas! el café estaba molido.
Sin embargo, desapareció de las cocinas aquel ron-ron tan entrañable que producía el viejo artefacto al dar vueltas y realizar la molienda. También las discusiones de a quién le tocaba moler, trabajo que en general no gustaba. Y desapareció también el café tan uniformemente molido, no como lo dejaba el nuevo invento eléctrico, con granos de todos los tamaños.
Los hubo de modesta madera y de noble chapa pintada, e incluso de latón dorado con pinturas de colores, que son los que hoy en día se reproducen para decoración. Nosotros hemos traído a estas páginas uno de verdad, que habrá pasado muchas horas en la cocina, que habrá molido sacos enteros de café, y que habrá sido acariciado por muchas manos.
Bien venido a nuestra Ganbara.
Marca: ELMA. (Fabricado en Arrasate).
Dimensiones. Dimensión en planta: 12 x 12 cms.
Alto: 15 cms.
Material: chapa estampada, pintada de color marrón, con la tapa de color verde.
Año de fabricación: Indefinido, hacia 1960
Aplicación: Moler café (y también rallar pan duro, previo tueste).
2017, 12 de Febrero
Buenas, nací en 1981, no se hasta qué época o año se utilizaba este utensilio para moler café lo que sé es que cuando tenía 4,5,o 6 años en casa de mi abuela había uno que yo cogía, echaba café y lo molía, después echaba garbanzos, arroz, fideos y todo lo que pillaba por eso me trae tan buenos recuerdos ese aparato. El otro día paseando por un mercadillo vi uno y no pude resistirme a comprarlo y cada vez que lo veo, me veo en ese escalón de casa de mi abuela.