«aiuntados en el campo
de Estibaus segun que lo havemos de uso de costumbre de nos juntar...» (Altza, 1390)

Con la llegada de la República en 1931 se dieron importantes avances legales en la equiparación legal de hombres y mujeres (derecho al voto, etc.). Los cambios en la legislación y en la sociedad, sin embargo, no se consiguieron de la noche a la mañana, ni tampoco produjeron rápidamente los efectos deseados. En todo el proceso de transformaciones fue precisa la participación activa de muchas mujeres en una sociedad profundamente tradicional pero que al mismo tiempo se estaba abriendo a nuevos tiempos impulsada por la actividad industrial y mercantil. Hemos rastreado entre las guías comerciales anteriores a esa fecha que disponemos en la Colección Local de Altza buscando aquellos nombres de mujer que despuntaban con nombre propio en medio de un mar de nombres masculinos.

En el cambio de siglo, las primeras mujeres nos aparecen citadas en los campos de la enseñanza y la hostelería. Así, en 1896, Altza tiene 2.103 habitantes y 21 profesionales, y entre ellos encontramos a Lázara Gorostiza y Juliana Tebar trabajando en la instrucción pública como maestras de niñas, y a Tomasa Zapirain regentando un café. Lázara, Juliana y Tomasa seguirán siendo las únicas representantes femeninas en los anuarios hasta 1904 en el que se unirán los nombres de María Usabiaga e Ignacia Irizar en un grupo de once “cafeteros” que había en Altza. Ese mismo año, la lista se amplía con el nombre de Victoria Elizalde como comerciante -una entre nueve-, y el de la viuda de Antonio Lazcano entre los trece taberneros del pueblo.

En los años siguientes la tendencia será parecida en líneas generales, solo cambiarán los nombres. De este modo, entre 1906 y 1908, tenemos una nueva maestra de niñas en Altza, María Martínez, y en el apartado de “Cafés” encontramos a la viuda de Ramón Aulestiarte como propietaria del café Miramar de Buenavista.

Entre 1909 y 1914 será Librada González quien ocupe la plaza de maestra, hasta que en 1914  Andrea Nielo la releve en la plaza.

A partir de ese año no contamos con más anuarios hasta llegar a 1926. El municipio altzatarra entonces cuenta con 4.350 habitantes y 82 establecimientos y compañías.  Al frente de ellos se encuentran dieciséis mujeres, aunque diez de ellas aparezcan registradas como “viuda de…”, supeditando su nombre al del marido incluso después de muerto. Ellas son la Viuda de Cámara, Agencias marítima; la carnicería de Isabel Barcaiztegui, el estanco de Sotera Arzac; la ferretería de la Viuda de Yurrita; el almacén de licores de la Viuda de Ramón Estebes; la mercería de la Viuda de José Miguel Artucha; las posadas de las viudas de Fulgencio Arrillaga, de Echarri, de Ignacio Echarri, y Josefa Ignacia Garaicoechea; el restaurant de Isabel Aulestiarte; las fábricas de sidras de las viudas de Juan José Atorrasagasti, de Echarri, y de Elizalde; la tienda de ultramarinos de la Viuda de Echarri; y el almacén de vinos de la Viuda e Hijos de José Mª Ucar.

En la fotografía, la maestra de Altza Andrea Sánchez con su grupo de niñas en la entrada principal de las escuelas municipales en 1916. (Foto cedida por Miren Mendarte Casares).