Derecho a ser
Elena Arrieta
Erase una vez un chaval, rondando los 25 años. Una parálisis cerebral le había dejado sin casi movilidad. De expresión muy limitada y habla casi ininteligible. Falta de control muscular. Vivía en Larratxo-Altza. Sus padres, cada vez más mayores y cada vez más cansados, empujaban su silla de minusválido por aceras sin rebajar, coches encima de las aceras, motos a toda velocidad por las mismas, hasta llegar a Herrera para tomar algo en Gaiztarro. Un día, el chaval recibió un regalo: Una magnífica silla con motor. ¡Por fin había llegado el día de recuperar su espacio vital! Ese que tenía invadido con amor, solicitud y cuidados, pero invadido. Y un sábado por la tarde, los padres se quedaron un momento hablando con unos amigos que encontraron a la altura del “Topo”. (más…) »