Toschi-Ibérica: el amianto en Altza
Antxon Alfaro
El 24 de abril de 2006, hoy hace 10 años, moría María Luisa Sarriegui, vecina de Rentería, de un cáncer de pleura debido a su exposición laboral al amianto. El contacto de María Luisa con el amianto se produjo cuando con 18 años trabajó una temporada en la fábrica de uralita Toschi-Ibérica de Altza.
La fábrica Boost Fibrocementos Toschi-Ibérica, cuando cerró en el año 1981, ocupaba los terrenos donde se ubica actualmente el polideportivo de Altza. Sin embargo, su presencia en Altza se inicia en la década de los años 50 en el barrio de Buenavista, en la antigua fábrica de bicicletas.
En sus inicios la fábrica era conocida como “Tellita” y después “Urtellita”, pasando posteriormente a denominarse “Fibrocementos Vascos, S.L.”. En el año 1963, tras permitírsele dos años antes una ampliación de su producción de tuberías de fibrocemento, la empresa “Fibrocementos Vascos, S.L.” se traslada al solar que ocupaba anteriormente la empresa “Frasquerías Guipúzcoa” (conocida como fábrica de vidrios), entre las barriadas de Los Boscos y Harri-berri. En esta ubicación, la empresa “Fibrocementos Vascos, S.L.” es comprada por capital alemán pasando a denominarse Boost Fibrocementos Toschi-Ibérica, denominación que mantendrá hasta el cierre definitivo en el año 1981. Tenía en ese momento una plantilla de 120 trabajadores y trabajadoras.
La convivencia de la fábrica con los vecinos/as de las nuevas barriadas que se habían construido en sus entorno (Los Boscos, Harri-berri, Harri-zahar…) se hizo, durante la década de los años 70, cada vez más conflictiva.
En aquellos años el problema no era la presencia del amianto, que era algo totalmente desconocido para la mayoría de la población, sino los molestos ruidos producidos en la producción, y sobre todo las descargas nocturnas de materia prima en las cisternas de la fábrica. Esto unido a la constante presencia de un polvo blanquecino que lo cubría todo, hacía que las noches calurosas de verano fuesen algo insoportable debido al ruido y el calor asfixiante al no poder abrir las ventanas de las viviendas, como recuerdan los vecinos de Los Boscos, Fernando Torres y Emilio Kortabitarte.
Esa alta contaminación acústica y ambiental, generó situaciones de gran estrés y tensión, como la noche en la que un vecino de Los Boscos, acudió con su escopeta de caza a la fábrica para intentar resolver por las bravas, lo que no conseguían a través del diálogo. Felizmente la situación no llegó a mayores.
Sin embargo, a pesar de los numerosos inconvenientes que generaba la fábrica de Toschi-Ibérica, la chavalería ajena a los problemas de sus mayores, buscaba algo positivo a la presencia de la fábrica y aprovechaba la dársena donde la fábrica depositaba sus desechos para disfrutar jugando en “las tierras movedizas o tierras de la luna”. Un enorme depósito al aire libre y sin ningún tipo de protección, que se situaba en lo que hoy es el aparcamiento situado entre el colegio Oleta y las casas del Alto de Buenavista (Darieta).
Con el cierre de la fábrica, los y las vecinas del entorno de la misma descansaron, pero las irreparables consecuencias que está trayendo consigo el amianto en las y los trabajadores, familiares y vecinos de los entornos de las fábricas expuestos a este producto entre las décadas de los 50 y 80, hace necesario volver a mirar atrás. En los tres primeros meses de este año, ya han fallecido siete personas en el sur de Euskal Herria por exposición al amianto.
En línea con nuestro trabajo de 30 años por la recuperación de nuestra memoria como comunidad y desde la defensa de nuestro patrimonio histórico, cultural y medioambiental, creemos necesario seguir recopilando información sobre esta parte de nuestra historia e instar a las instituciones públicas a que respondan a una serie de preguntas:
- ¿María Luisa Sarriegui es la única víctima de la violencia patronal en Toschi-Ibérica, en connivencia con muchas de las instituciones del franquismo y del post-franquismo? ¿o ha habido más víctimas que se han silenciado?
- ¿Sigue habiendo amianto en el subsuelo del polideportivo y/o en los dos aparcamientos contiguos al mismo? En caso afirmativo, ¿existe algún riesgo para la salud?
En el caso de que la respuesta a esta última pregunta fuese afirmativa, y teniendo en cuenta que el próximo verano se va a derribar el actual polideportivo de Altza, para iniciar la construcción del nuevo proyecto, puede ser la ocasión para realizar una limpieza de todos los terrenos que utilizaba la fábrica, como de los dos aparcamientos que se encuentra al lado del Colegio de Primaria Harri-Berri/Oleta.
Por último, señalar que nos gustaría contactar con personas que hayan trabajado en esta fábrica o familiares para recoger testimonios y/o materiales relacionados con el tema (fotos, documentos…). Os podéis poner en contacto a través del teléfono 649 49 66 07 o del correo electrónico: ahm@altza.net.