La tienda de Erasmo
Elena Arrieta Yarza
/ HERRIPE Auzo Elkartea
El pasado mes de agosto unas excavadoras tiraron “la tienda de Erasmo”. En un par de horas, lo que había sido parte de la historia próxima de Herrera, se fue. Es curioso los sentimientos encontrados que provocan estas situaciones. Mientras desaparecían las paredes ante nuestros ojos que se empañaban, nuestra melancolía nos llevaba al ¿te acuerdas cuando erámos niños y Erasmo nos regalaba, junto con una frase y una sonrisa, aquellos caramelitos de goma o aquellas cajas de cartón que nos venían tan bien para los cromos? Y cuando éramos más mayores, Petra y Joxepi nos preparaban las cintas verdes y amarillas para las fiestas. Y cuando esto..y cuando aquello. La droguería y mercería de Erasmo fueron la solución operativa de muchos hogares de Herrera, porque pocos problemas de funcionamiento doméstico no se podían solucionar en Erasmo. “Erasmo tendrá” era una de las frases habituales en nuestro entorno ante cualquier carencia que requería una solución inmediata, en una época en la que faltaban tantas cosas.
Los tiempos cambian; siempre han cambiado y siempre ha desaparecido algo y ha surgido algo nuevo. Y desde esa perspectiva de confianza en el futuro, desde Herrera decimos adios a esa casa que friamente se denominaba el 127 de la Avda. Jose Elosegi, pero también decimos adios a la tienda de Erasmo y a su gasolinera, y dejamos constancia del agradecimiento por esos favores que no se dicen pero que no se olvidan y que hicieron más fácil el paso de unos tiempos difíciles.
En las últimas épocas hemos dicho adios a tiendas y bares de “toda la vida” como la Mercería Dami, la Pastelería Aranburu, el bar Zubipe y ahora, Erasmo. y nos dejamos muchos. Se va con estos comercios una muy importante parte de la historia de Herrera. Vamos a decir pronto adios al Ongi Etorri y a Comestibles Garmendia. Se nos dice desde hace tiempo que vienen nuevas corrientes urbanísticas para esta barrio altzatarra que fue concebido como zona industrial vinculada al puerto de Pasaia.
La realidad hoy es que desaparecen muchas de nuestras conexiones con nuestra historia inmediata —eso es tangible—, a cambio de unas promesas de una mejor calidad de vida y eso, hoy por hoy, es teórico.