Moneda y Berra: distintos caminos, un mismo final
Hace ya algún tiempo que por convencimiento o por obligación, las instituciones vascas vienen ensayando las funciones que han de tener los caseríos en el siglo XXI. Es de sobra conocido la adjudicación de un uso cultural a estos edificios (Tomasene, Okendo, Larrotxene…) acorde con los valores patrimoniales e identitarios que se les suponen. Se esté a favor o en contra de estas iniciativas, tal “reconversión” ha devenido en conservación de los inmuebles, seriamente amenazados por la especulación inmobiliaria y la desatención social (piénsese sino en el cercano Auditz?Akular). Si en un número anterior hablábamos del pasado y del futuro del caserío Tomasene, ahora se trata de dar a conocer la suerte de Berra y Moneda, dos caseríos paradigmáticos en la memoria de varias generaciones de altzatarras, afectados también por modificaciones profundas en su estructura y en su utilización. (gehiago…) »

Durante los últimos meses los responsables directos del estado actual del caserío Tomasene (aquellos que por omisión dejaron que se cayera su cubierta y se deformara su soporte) andan con Tomasene por aquí, Tomasene por allá. Los datos que una y otra vez sacan a relucir sobre su antigüedad no han sido contrastados, ni se ha profundizado en su historia y su valoración tipológica, de forma que su futuro uso se viera acompañado de un estudio de su evolución histórica y de su análisis arquitectónico.
Tenemos en nuestras manos los resultados que el Plan Estratégico del euskara pusimos en marcha entre el Patronato Municipal de San Sebastián, Kontseilua y Bizarrain kultur elkartea, hoy hace diez meses en Altza. Para ello, se han tenido en cuenta los dos principios básicos del Plan General a desarrollar, que son: Participación y Consenso, y Visión estratégica y Establecimiento de prioridades. 

